Apuntes de una Cuarentena: Ese monstruo codicioso

Luis Gerardo GarcíaLuis Gerardo García.- En “Otelo” de Shakespeare, Yago le define a Otelo los celos como “un monstruo codicioso que se burla de la carne que consume”. Viendo el desarrollo de la narrativa sobre la inflación global desde hace varios meses, no me he podido sacar esta cita de la cabeza, aunque no debido a los celos.

En agosto de 2021, viendo unos niveles de inflación que no se observaban en 20 años, Jay Powell, Presidente de la Reserva Federal de los Estados Unidos, anticipó su declive en función de un análisis que consideraba “transitorias” las presiones al alza que habían tenido los precios. El uso de esa palabra (“transitoria”) nos llamó la atención a aquellos que, lastimosamente, tenemos amplia experiencia en inflación. Y es que la combinación de fuertes incrementos en la masa monetaria (producto de las ayudas económicas de la pandemia), y los cuellos de botella logísticos (también derivados de la pandemia, y que tienen bastante rato ocurriendo) no podían resultar en otra cosa distinta a una mayor presión sobre las variaciones de precio.

¿Van a tardar en desacelerar los incrementos en los precios? Esta respuesta es difícil de dar, porque la guerra entre Rusia y Ucrania complica las soluciones; a cualquier solución que se plantee se añade un componente de incertidumbre y las expectativas pudieran cambiar, dando cierta permanencia a la inflación. Por otra parte, las soluciones ortodoxas a la inflación pasan por un control de precios (que crea escasez) o incremento en las tasas de interés (para temperar el consumo y la producción), derivaciones que, para qué decirlo, no son para nada óptimas. Lograr una fórmula que equilibre perfectamente la producción de bienes y servicios con la estabilidad en precios es muy delicado y complicado de lograr, y por buscar ese equilibrio pudiera no conseguirse ninguna; es como el famoso chiste del explorador que, puesto a escoger entre muerte y “pumba-pumba” es condenado a morir por “pumba-pumba”.

Para Venezuela, estos incrementos de precios son una espada de doble filo. Las limitaciones de oferta petrolera han contribuido al alza de precios global y han resultado en una nueva bonanza petrolera (aunque en el país sea una bonanza limitada por el efecto de las sanciones). Por otro lado, no seremos inmunes a los ajustes de precio y a la reducción de la oferta de productos agrícolas por la disrupción de la guerra (no olvidemos la importancia de Rusia y Ucrania como proveedores globales de maíz y trigo, por ejemplo, y la preponderancia de Rusia en el mercado de fertilizantes global). Además, si las soluciones pasan por domar la inflación con aumentos de tasas, el crecimiento económico global se verá afectado y los precios del crudo se temperarán o caerán de los niveles actuales.

Cabe también preguntarse si, como país, estamos preparados para estos escenarios. En este sentido, el pragmatismo político que pedíamos en nuestro último artículo parece haber aparecido. Esa distensión en la pugna política pudiera resultar en un relajamiento en las sanciones que tendría un efecto positivo en la actividad económica local. Por ello, esperemos que la sensatez y la ponderación se impongan en estas conversaciones.

 

@VzlanaF

 

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