La estabilidad del tipo de cambio

José Grasso VecchioJosé Grasso Vecchio.- Las economías que mantienen su moneda estable respecto a otra moneda por lo general mantienen inflaciones bajas, su actividad económica se expande y además generan certidumbre para la inversión. Ese, en general fue el caso de Venezuela entre 1940 y 1983, cuando la cotización del bolívar respecto al dólar mantuvo una estabilidad envidiable para el mundo, interrumpida puntualmente en 1960 cuando el presidente Betancourt aplicó un control de cambios en noviembre de ese año, para detener la salida de capitales.

Esa estabilidad del bolívar se fundamentó en una disciplina fiscal basada a su vez, en los elevados ingresos petroleros y una norma no escrita que siguieron varios de los gobiernos según la cual el fisco nacional gastaba lo que le ingresaba, de manera tal que hasta bien entrados los años setenta el endeudamiento público fue mínimo.

Así, en el lapso anotado el tipo de cambio se mantuvo literalmente fijo hasta el 18 de febrero de 1983, cuando se adoptó un régimen de tipo de cambio diferencial con la implantación de un control de cambio. A partir de allí, la economía venezolana se volvió crecientemente inestable, la tasa de crecimiento comenzó a disminuir y la inflación se tornó crónica.

Estabilizar la tasa de cambio puede hacerse fijando el precio del bolívar respecto al dólar o a través de una política de deslizamiento suave del tipo del tipo de cambio con una regla preanunciada. La primera tiene la ventaja que ancla los precios de los bienes importados al tipo de cambio, pero es riesgosa si los niveles de inflación nacional e internacional son ampliamente divergentes, mientras que la segunda puede reproducir en la inflación el ajuste del tipo de cambio. En cualquier caso, se requiere que la política monetaria y fiscal sean compatibles con la estabilidad del tipo de cambio.

En Venezuela desde hace un par de años, pero especialmente a lo largo de 2024, se ha seguido una política de ajuste gradual del tipo de cambio con depreciaciones leves, mediante la intervención del BCV en el mercado. De esta manera, entre el cierre de diciembre de 2023 y el 30 de mayo de 2024, el tipo de cambio aumentó apenas 2,7%, la menor depreciación del bolívar en muchos años, en tanto que, respecto al 30 de mayo de 2023, la variación del tipo de cambio fue 41%. Ello claramente se ha traducido en una desaceleración de la inflación y se estima que, durante 2024, la tasa de inflación se sitúe en el entorno de 50%, la más baja desde 2012. Sin embargo, conviene mencionar que esa tasa de inflación todavía es muy alta respecto a la que registran los socios comerciales de Venezuela y es una tarea en la que se debe seguir trabajando de manera permanente.

Con la desaceleración de la inflación se ha recuperado moderadamente la demanda por moneda nacional y los niveles de dolarización transaccional han disminuido lo cual ha permitido apuntalar el uso del bolívar frente al dólar, aunque todavía falta un largo camino por recorrer. Dos factores críticos han jugado en favor de este comportamiento de la inflación durante 2024. En primer lugar, la estabilidad del tipo de cambio que la logrado el BCV con su participación en el mercado cambiario y en segundo término una política fiscal caracterizada por la disciplina en el manejo del gasto público, lo que se traduce en la práctica por la coordinación de la política fiscal y monetaria.

Por tanto, mantener la estabilidad de la tasa de cambio puede contribuir a bajar más rápidamente la inflación, generando la credibilidad necesaria para que continúe la estabilidad, en el contexto de una inflación que disminuya con mayor rapidez. Igualmente, esa mayor fortaleza de las reservas del instituto emisor contribuirá a cerrar la brecha cambiaria para con ello contener las expectativas de inflación. Todo esto se podría acelerar más, con un incremento de las exportaciones petroleras y el acceso al financiamiento externo y las entradas de nuevas inversiones extranjeras. Las licencias o autorizaciones particulares que se han venido emitiendo a empresas para operar en Venezuela son un buen ejemplo de promoción de nuevas inversiones extranjeras, que tienen un impacto positivo en nuestra economía.

 

@josegrasso

 



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