Las medidas que urgen para Venezuela
Daniel Lahoud.- Todos criticamos, incluso el que suscribe este artículo, pero ninguno pone su pluma para escribir las soluciones, entre otras porque eso tiene un costo político.
Hoy han pasado diez y siete años de gobierno y nos prometieron que con un cambio de constitución todo se arreglaría, hoy técnicamente estamos peor que al inicio. Eso sí, hay quienes están muy contentos, e incluso hay algunos que no han perdido las esperanzas de que todo mejorará. Como sé que eso es imposible mientras no haya una verdadera rectificación y un cambio que lleve al país a un sitio diametralmente opuesto al rumbo que hemos tomado, voy a permitirme sugerir algo, no porque a mi me interese alguna posición política, puesto que no me considero hábil para esos menesteres, y tampoco creo que ningún intelectual, que lo que sabe es pensar, debe meterse en problemas operativos.
Entonces, conmigo pasa distinto que con los colegas que levantan sus cuellos para que los vean con sombrero ministerial, yo no quiero usar corbata y tampoco quiero sentarme en un escritorio, a otra cosa que no sea escribir y decir lo que pienso.
¿Qué se debe hacer en un país como Venezuela para recuperarse?
Eso puede ser material para escribir un libro, pero vamos a tratar de ser simples, sobre todo, porque la simpleza puede dar más luz que la erudición económica.
- Desde que el gobierno de Carlos Andrés Pérez nacionalizó el petróleo, el hierro y otras cosas (bancos, compañías eléctricas, una televisora y hasta el Banco Central) el país anda muy mal, la razón de eso es porque las empresas administradas por el gobierno son un fracaso y desde entonces, los políticos que copian a CAP, como es el caso de nuestro presidente, lo único que provocan es la destrucción de las empresas que nacionalizan. Incluso la privatización que también la lideró CAP y que fue secundada por Caldera fue un fracaso. Por qué, debido a que en lugar de contribuir a la democratización, fue una monopolización privada de las propiedades privatizadas. Hoy es necesario privatizar, urgentemente todo lo nacionalizado, incluso las tierras que durante casi un siglo le pertenecen al gobierno, y de las cuales dispone el gobierno, como si él fuese el único personaje que representa al Estado. No en balde todos llaman al Gobierno, Estado. El Estado es realmente una ficción que suma el territorio, la población y el gobierno, tres cosas que son distintas, pero que los politólogos suman, haciendo alarde de usar la matemática en su ciencia, pero al final es una suma de Peras con Manzanas. Es decir algo, que no se debe hacer. Ahora bien, la privatización no puede ser como la hizo CAP, tiene que ser buscando un socio mayoritario que ejerza la administración y que este comparta su propiedad con todos los venezolanos. Eso obligará a dos cosas, que los nacionales comiencen a preocuparse por sus propiedades, y a que el socio mayoritario tenga un muro de contención, en los accionistas minoritarios, que podrían tener representación en la Junta Directiva y quejarse de cómo se administra ese negocio. Eso llevaría a un desarrollo consecuente en los mercados de capital, un incremento en la recaudación impuestos, sin incrementar la tasa de recaudación y una mejora sustancial en la cultura empresarial y en el capital del venezolano que siempre ha sido la de un pobre endémico.
- Hay que reducir drásticamente los impuestos, tanto el IVA como el ISLR, en especial los que pechan a los trabajadores, ningún venezolano persona natural debe pagar impuestos, puesto que eso es una expropiación injusta. Los impuestos deben ser cancelados por las empresas, pero tampoco en esas tasas monstruosas que cobran en nuestro país. Un país sólo se puede desarrollar con bajos impuestos, y lo que tenemos no son bajos, y tampoco son impuestos son expropiaciones injustas y legalizadas.
- Para solucionar el déficit, el gobierno debe conducir una reforma drástica en su presupuesto, no se puede seguir gastando como se lo hace, puesto que no estamos apoyando el desarrollo nacional, ciertamente, las compras de alimentos, productos e insumos al exterior es una traición a los productores nacionales cuando las hace el gobierno. Todos pagamos esa política con desempleo, recesión y miseria. El gobierno debe reducir su tamaño, urgentemente y debe reducir sus gastos, puesto que él está para servir a los ciudadanos, con servicios decentes y los nacionales no están para mantenerlo en sus ineficiencias, errores y otros perjuicios que nos causa. Está probado que un gobierno pequeño es más eficiente y sirve mejor a sus nacionales.
- El gobierno debe impulsar una reforma constitucional que limite seria y severamente sus atribuciones y que impida que otro loco, como los que de tanto en tanto, ofrecen soluciones mesiánicas actúe como el propietario del país y nos vea a nosotros como sus esclavos. Eso ha ocurrido demasiadas veces y ahora que el gobierno es dueño de todo, nos hace ser esclavos por nada.
- El gobierno debe establecer un plan para reducir el precio del dólar. En primer lugar, liberalizarlo, en segundo lugar no jugar emitiendo bonos y billetes a mansalva puesto que eso es lo que impulsa la devaluación y su posterior efecto en los precios. Si logramos esto, las expectativas que son las que marcan el nivel de los precios van a ser bajistas y los precios por fin cederán a la presión que siempre es efectiva por la falta de disciplina del gobierno y por la falta de probidad del BCV que alcahuetea todo lo que el gobierno desea.
- El gobierno debe dejar que las fuerzas del mercado actúen libremente, y fundamentalmente no mentir. Ya nadie recuerda, pero todos los gobiernos que han establecido controles de cambios dijeron que nunca los iban a montar, y todos los gobiernos que devaluaron la moneda, dijeron que ellos no iban a devaluar. En 2003, cuando se estableció el último control, el gobierno dijo que era provisional, que lo hacían por necesidad y que lo suspenderían cuando las Reservas llegaran a US$ 18.000 millones. La promesa seguro que se realizó porque jamás creyeron que iba a llegar ahí, de hecho, pasó de largo y no liberaron el cambio. ¿Qué pasó? Incluso fue y volvió, las reservas llegaron a casi $45.000 y hoy están un poco por debajo de $10.000, menos que cuando montaron el control de cambios y no lo quitan.
- Desmontar el cambio no requiere que haya muchas reservas, tampoco firmar con el FMI, requiere seriedad, y un gobierno que explique qué es lo que va a hacer, por qué y cómo, claridad, este es un pueblo inteligente, más que sus gobernantes y hay que explotar esa habilidad. Si no me creen, fíjense como se anticipan, y como le sacan provecho a todo. No están mejor porque nuestros gobiernos son tan malos, que impiden que haya una mejoría en el bienestar de los nacionales. Si se consigue una cosa así, puede ser el inicio de un nuevo país, de verdad, pero requiere políticos de avanzada. Tanto como lo es su pueblo.
Los gobiernos que mienten, no crean confianza y si no hay confianza, nunca va a haber crecimiento de verdad. Todo al final, será como lo que hemos visto hasta hoy.
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Doctor en Historia, Magister en Ciencias Económicas, Magister en Historia de Venezuela, Especialista en Economía Empresarial, Economista. Profesor de pregrado y postgrado en la UCV, Profesor Titular de pregrado y postgrado en la Facultad de Ciencias Económicas y Sociales la UCAB Director del Programa de Postgrado en Instituciones Financieras y Coordinador del Programa de Estudios Avanzados en Gerencia Financiera, UCAB. Asesor Financiero y Empresarial. Ha trabajado en InvestAnalisis, S.A., Citibank Mercado de Capitales (Citimerca), Bolsa de Valores de Caracas y Banco Central de Venezuela. Editor del Blog http://temasdefinanzas.blogspot.com