Llorar con Argentina

Daniel LahoudDaniel Lahoud.- Ante todo quiero agradecer al economista argentino Ivan Carrino, por su gentil ayuda en sus explicaciones que hicieron posible este artículo, sin embargo cualquier error o mala concepción sobre los hechos es sólo responsabilidad mía.

Argentina y Venezuela comparten un elemento importante, que podría sacarlos del marasmo que representa el populismo, la peor plaga que nos haya atacado. Ambos países recibimos inmigración en abundancia, por lo que de acuerdo a la mitología del siglo XIX deberíamos ser países especiales. De manera deplorable compartimos también, además, la creencia en un líder mesiánico (que para los argentinos es Perón) y para nosotros es la difuminada presencia de un líder militar.

Ambos también compartimos un siglo XIX lleno de civiles brillantes que dejamos opacamos ante la presencia de militares. Por eso, quizá, la creencia de que un líder de sólo puede llevarnos al desarrollo. Sin embargo, Perón, al igual que Pérez Jiménez, son ídolos falsos que producen en estos pueblos el efecto de los becerros de oro para el pueblo de Israel, con ellos innumerables veces nos los hemos tenido que comer con lodo.

Vamos a lo concreto. El gobierno de los Kirchner en Argentina fue un verdadero desastre, que la arruinó y la perjudicó más allá de lo que se puede describir en las líneas de este artículo. Cualquier persona, incluso los europeos, son propensos a caer en la trampa del populismo, y eso pasó en Alemania con Hitler, en Italia con Mussolini, en España con Franco, en Portugal con Salazar, etc., etc., etc. Por eso, no creo en qué los latinoamericanos seamos distintos, o tengamos alguna tara, estupidez, o cualquier otra tontería de las que se dicen por ahí.

Pero no es extraño que a los humanos nos encanten los gobiernos que regalan lo que no es de ellos, y nos gusta que al vecino lo fastidien, pero que no nos toquen. Por eso el populismo tiene raigambre, en cualquier sociedad, sin importar su cultura, sin importar sus tradiciones, eso sí para salir de eso se requiere de líderes formados y creíbles. Cuanta falta le hace a Venezuela Betancourt.

Al final del desastre que fue el gobierno de los Kirchner, una buena parte de Argentina decidió cambiar y escogieron a Macri. Recuerdo que en algún programa de radio de un connotado profesor de ciencias políticas, éste lo calificó de “neoliberal” y a pesar de no ser él chavista, tampoco se mostraba solidario, con quien se parecía más a él, que a un verdadero liberal.

Desde el inicio, Macri fue un gradualista, tal y como les gusta a los opositores venezolanos, la única medida de shock fue la eliminación del control de cambios, pero el gobierno se esperaba años tranquilos, de hecho, a pesar de la crisis del 2008, los commodities no bajaban de precio, y eso le dio respiro a los primeros años de Macri, quien asumió en 2015.

Los años 2016 y 2017 pasaron sin problemas, permitiendo esa gradualidad fiscal, en la que fue recortándose la brecha financiera del gobierno. Las metas fiscales y monetarias venían cumpliéndose, pero hay cosas en las que es mejor apurar el paso, y el plan financiaba su gradualidad aplicando endeudamiento de corto plazo en los mercados internacionales. Pero 2018 fue un año fatal para Macri y para Argentina, bastó que cambiara la meta de inflación para 2018, llevándola a 15%, con perspectivas de bajar en 2020 a 5% y además a una disminución de las tasas de interés, buscando crecimiento económico.

La crisis de Balanza de Pagos le llegó a la Argentina en 2018 y con ella, el gobierno de Macri no tuvo ancla para capear el temporal. No le quedó más remedio que solicitar el auxilio del FMI en mayo de 2018 y obtener un préstamo por $ 57.000 Millones (ojo que son dólares), y aplicar un severo plan de ajustes. Eso lo llevó a subir tarifas de los servicios, liberar mercados, por supuesto, el FMI pide que las cuentas fiscales se equilibren y eso fue lo que hicieron, pero ese tipo de políticas trae el rechazo de los que tienen que vivirlas, y es tan fácil mirar atrás y creer que el pasado fue mejor. Con el FMI no hay gradualidad que valga y exigen ajustes de tarifas, cosa que es dura en un país que no lograba recuperarse de los desastres del gobierno Kirchnerista.

Eso es lo que le pasa a la Argentina, que hoy se enrumba al regreso de otro gobierno con miras populistas. Todos esperan lo peor, sin embargo, el escenario para Fernández (el candidato peronista) no es tan brillante. Argentina no está viviendo un boom de exportaciones, y tiene ahora un préstamo condicionado con el FMI, que obligará a un ambiente de mayor austeridad que en la administración pasada.

Además, recordemos que parte del desastre Kirchnerista lo aupó Chávez, quien le dio los apoyos suficientes para que en 2006, abandonara el acuerdo que venía ejecutando con el FMI desde 2001 y se lanzara por el barranco que fue su gobierno. Hoy no está Chávez, y el FMI sí, por eso consideramos, que el futuro será duro para la Argentina, que desilusionará a los que se ilusionaron sin razón, y obligará a Alberto Fernández a recoger mucho de lo dicho y enfrentarse a la cruel realidad de una economía con problemas por resolver, y no una que reparta lo que no tiene para dejar tras de si mayores problemas.

 

@daniellahoud

 

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