Donald Trump dijo este domingo 3 de noviembre que no le importaría si alguien disparara a periodistas y agitó el fantasma del fraude electoral a menos de 36 horas para las presidenciales estadounidenses, que Kamala Harris aprovechó para cortejar a los votantes enfadados con la guerra en Gaza.
El expresidente republicano, de 78 años, se centró en Pensilvania, Carolina del Norte y Georgia, los tres premios gordos de los estados clave que suelen decidir el resultado.
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Dejó entrever la posibilidad de que no acepte una derrota y endureció su retórica diciendo a sus seguidores que no le importaría si los periodistas fueran blanco de disparos, reseñó AFP.
Los demócratas son «malignos», dijo el magnate conservador en Lititz, Pensilvania.
Recordó el intento de asesinato fallido que sufrió en julio y añadió que, para que alguien le disparara de nuevo, la bala tendría que atravesar la multitud de periodistas.
«Para atraparme, alguien tendría que disparar a través de las noticias falsas, y eso no me importa tanto», afirmó entre risas.
El millonario añadió que «no debería haber salido» de la Casa Blanca tras perder contra Joe Biden en 2020.
En otras ocasiones, ya insinuó que esta vez volvería a negarse a aceptar la derrota.
A pesar de que no hay pruebas de que se haya cometido un fraude electoral significativo, el expresidente afirmó en Pensilvania que los demócratas «luchan muy duro para robar» los comicios.
En la recta final, aumenta el miedo a un posible estallido de violencia si Trump pierde.
Con información de AFP.