Trump y el petróleo venezolano
Alex Vallenilla.- El presidente Donald Trump sacudió los cimientos del comercio internacional con la imposición de aranceles históricos a Canadá, México y China, medidas no vistas desde las décadas de 1920 y 1930. Este movimiento, que algunos califican de audaz y otros de temerario, no solo redefine las relaciones comerciales de Estados Unidos, sino que también plantea serias dudas sobre sus efectos inflacionarios y su impacto en la economía global. ¿Estamos ante una estrategia calculada para fortalecer la posición estadounidense o frente a un experimento arriesgado que podría desestabilizar los mercados?
El proteccionismo de Trump: Un golpe inflacionario
Los analistas económicos coinciden en que los aranceles recién impuestos por Trump tienen un efecto inflacionario. Estados Unidos, como el mayor importador del mundo, depende en gran medida de bienes extranjeros. Al aumentar los costos de importación, los precios internos se disparan, lo que afecta directamente a los consumidores estadounidenses. Sin embargo, Trump parece dispuesto a asumir este riesgo en su búsqueda de una economía más autosuficiente bajo el lema «America First».
El presidente sabe que México y Canadá, aunque afectados, tienen menos capacidad para responder con medidas similares debido a su menor peso como exportadores hacia Estados Unidos. No obstante, esta estrategia no está exenta de riesgos. Ambos países son proveedores clave de petróleo para EE.UU., y una escalada en la guerra comercial podría interrumpir estos flujos, exacerbando aún más la inflación. Sin embargo, este lunes, los presidentes de México y Estados Unidos, anunciaron que alcanzaron un acuerdo y la aplicación del arancel se suspendió por un mes.
La Reserva Federal en la mira
La inflación es un fantasma que la Reserva Federal (FED) vigila de cerca. Con tasas de interés actualmente en 4,50 %, cualquier brote inflacionario podría obligar al banco central a mantenerlas altas, lo que ralentizaría el crecimiento económico. Trump, sin embargo, ha criticado abiertamente a la FED, acusándola de fracasar en su lucha contra la inflación y exigiendo recortes de tasas para impulsar la economía. Esta postura es contradictoria: mientras los aranceles generan inflación, reducir las tasas debilitaría el dólar, lo que a su vez podría aumentar aún más los precios.
El índice DXY, que mide la fortaleza del dólar, alcanzó, al abrir los mercados esta semana, un máximo de 109,8 puntos, reflejando alta volatilidad. Un dólar fuerte beneficia las importaciones, pero perjudica a los países emergentes y a las empresas estadounidenses con operaciones globales. Trump parece estar jugando un juego peligroso, buscando equilibrar el proteccionismo con una moneda que no pierda su hegemonía.
El petróleo: La pieza clave del rompecabezas
Uno de los aspectos más intrigantes de la estrategia de Trump es su enfoque en el sector energético. Estados Unidos necesita aumentar la producción mundial de petróleo para evitar que los precios se disparen y compensar el impacto inflacionario de los aranceles. En este contexto, la reunión de un alto funcionario de Trump con Nicolás Maduro en Caracas adquiere un significado especial. Aunque oficialmente se trató de discutir el tema de los migrantes venezolanos, es evidente que el petróleo estuvo en la agenda.
Venezuela, a pesar de las sanciones, sigue siendo un actor importante en el mercado petrolero. Chevron, bajo la Licencia 41, continúa operando en el país y planea aumentar su producción. Trump, aunque ha declarado que «no comprará más petróleo venezolano«, parece estar enviando un mensaje distinto con sus acciones. La continuidad de la Licencia 41, que vence en abril, será un indicador clave de la verdadera intención de Washington. Además, al petróleo venezolano no se le aplicó aranceles.
Un nuevo orden económico: ¿A qué costo?
Trump está construyendo un nuevo modelo económico, rompiendo con las estructuras establecidas y priorizando los intereses estadounidenses por encima de todo. Sin embargo, este enfoque no está exento de riesgos. La volatilidad en los mercados, el nerviosismo de los inversores y la incertidumbre sobre el futuro del comercio internacional son solo algunos de los desafíos que enfrenta.
Además, su estrategia ha dejado a sectores de la oposición venezolana, que alguna vez apoyó, en una posición precaria. Al congelar los fondos de ayuda de la USAID y acercarse a Maduro, Trump ha enviado un mensaje claro: los intereses económicos de Estados Unidos están por encima de las agendas políticas. Queda claro que Venezuela es parte de ese nuevo orden que el presidente estadounidense está diseñando.
La política de aranceles de Trump es un experimento audaz que busca redefinir el papel de Estados Unidos en la economía global. Sin embargo, los riesgos son significativos. La inflación, la volatilidad del dólar y la dependencia del petróleo extranjero son factores que podrían descarrilar sus planes. Mientras tanto, el mundo observa con atención, preguntándose si este nuevo orden económico será sostenible o si, por el contrario, conducirá a un caos inflacionario y comercial. Lo que está claro es que, bajo el mandato de Trump, las reglas del juego están cambiando, y no todos están preparados para lo que viene.
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Las opiniones expresadas en este artículo son responsabilidad del autor y no reflejan necesariamente la postura de ninguna institución o entidad. Este contenido es meramente informativo y no constituye asesoramiento financiero, económico o político.
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Periodista egresado de la Universidad Católica Cecilio Acosta. Ha sido periodista para la fuente de economía de El Nuevo País y Zeta. Ha sido profesor invitado en la Universidad de Los Andes y profesor en la Universidad Santa María Núcleo Oriente. Entusiasta de la tecnología blockchain y las criptomonedas.