Una hamburguesa que vale muy poco, casi nada
Daniel Lahoud.- La semana pasada The Economist publicó su índice Big Mac, y eso causó un revuelo, como era de esperar, en todos los comentaristas. El tema es que Venezuela tiene el Bigmac más caro del planeta. Lo cierto es que el Bigmac es un producto más o menos homogéneo y permite hacer la prueba que para casi todos los demás bienes es imposible, pero tiene un problemita, el problema es que los costos no determinan los precios, sino al revés, y si usted es marginalista de verdad, no un ricardiano o un marxista, para usted los costos no tienen relevancia. ¿o si?
En 1909, Gustav Cassel, un ingeniero sueco a quien le interesó entrar a experimentar en economía con sus fórmulas de mecánica racional, escribió un artículo denominado La Paridad del Poder de Compra, el artículo originalmente escrito en Sueco, fue traducido y publicado por la revista de Economía de Cambridge y a un profesor de estadística denominado John Maynard Keynes le pareció interesantísimo, claro, él era el director de la revista de Cambridge e inmediatamente se convirtió en fanático de la formulita. Se la aplicó rigurosamente a todas las monedas de Europa y como no había tipos de cambio, como hoy, vio que era un instrumento que servía a sus fines, para acabar con la bárbara reliquia (el Oro) y con sus cálculos, gráficos, etc. Terminó publicando un libro pequeño que se denominó Un Breve Tratado sobre la Reforma Monetaria (1923). Resulta que ese mismo año a Churchill se le ocurrió uno de sus errores (creían que lo de Galipoli fue lo único, pues no). Ese fue el año en el cual Inglaterra volvió al patrón oro y a Churchill se le ocurrió regresarla al mismo tipo de cambio del siglo XIX, lo que ocasionó una recesión de marca mayor. El error fue tan magistral que le permitió a Keynes escribirle el libro en tono de crítica.
Keynes buscaba incesantemente alguna formulación o algún esquema que le permitiera demostrar que toda la visión clásica (Adam Smith, y siguientes) y que toda la neoclásica (Marshall y los demás) estaban equivocadas y que él sabía estructurar las grandes soluciones del mundo que estaba naciendo luego de la primera guerra mundial. Pero el profesor Keynes de tanto probar la formulita descubrió, que no sirve y en las palabras que él mismo colocó en su libro de 1930 (El tratado del dinero) que de inmediato traduzco, dijo: “cuando la comparación se hace realmente sobre la base del poder de compra del dinero en distintos países, entonces la teoría de la paridad del poder adquisitivo, como explicativa de los tipos de cambio, no está confirmada por los hechos. Yo pensaba que esta teoría era más interesante de lo que creo ahora” (Keynes, 1930: 74) Keynes dixit, causa finita est. Por eso ni la menciona en su Teoría General de 1936, pero por ahí andan algunos keynesianos y otros que no lo son, hablando maravillas de la formulita y su aplicabilidad para explicar la sobrevaluación de las monedas como en su momento le tocó al bolívar.
Ahora le toca a la moneda nacional, que ya de una vez deberían empezar a pensar en quitarla, porque si aman a su libertador, no deberían caerle a golpes con todas y cada una de las devaluaciones que todos, chavistas y no chavistas le han propinado al pobre bolívar. Buena idea sería adoptar el dólar, para ver si es verdad que existe inflación en dólares, o la inflación pasa a ser historia, como ha ocurrido con casi todos los expresidentes devaluacionistas. Por eso, no tiene sentido medir el poder de compra de una moneda que “no existe.” Venezuela no tiene moneda, porque los venezolanos la echan a la basura, cada vez que ven que un billete no sirve para pagar nada, así pasó con los de 100, con los de 500, con los de 20.000 y cuando termine de leer este artículo pasará con los de 50.000 y si se pone a razonar mis sarcasmos, con los de 200.000.
Una moneda tiene que poseer tres características, según los positivistas, ser medio de pago (eso si es el bolívar, pero también el dólar), ser unidad de cuenta (eso si es el bolívar, pero también el dólar) y servir como reserva de valor (eso solo ocurre con el dólar) ¿entonces? ¿cuál es la moneda?
La otra es la bendita sobrevaluación, si usted compara los precios venezolanos con los norteamericanos, claro que Venezuela es más cara, ¿pero eso es sobrevaluación? No. En un tiempo (antes de 1989) fue reflejo de los aranceles que eran demasiado altos y que provocaban que los precios venezolanos fueran altísimos (si consiguen nuestros ilustres empresarios su cometido de protección a la industria nacional prepárense y no digan que no se los advertí). En este momento son caros, porque Venezuela es un campamento, en los pueblos mineros los precios son siempre altos, porque todos los que venden están al acecho de los que tienen pepitas de oro. El futuro es triste si seguimos con la misma necedad de que podemos lograrlo porque el gobierno nos va a ayudar a resolverlo, nadie ayuda a nadie, usted, yo, y todos y cada uno de nosotros está solo, y las formulitas no funcionan. Si puede comprarse una hamburguesa, por ese precio, mejor y mas sabio es comerse un bisteck. No le haga caso a los índices, cómase ese bisteck y no se arrepentirá, pero coma ensalada, no papas fritas (no digan que no recomiendo).
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Doctor en Historia, Magister en Ciencias Económicas, Magister en Historia de Venezuela, Especialista en Economía Empresarial, Economista. Profesor de pregrado y postgrado en la UCV, Profesor Titular de pregrado y postgrado en la Facultad de Ciencias Económicas y Sociales la UCAB Director del Programa de Postgrado en Instituciones Financieras y Coordinador del Programa de Estudios Avanzados en Gerencia Financiera, UCAB. Asesor Financiero y Empresarial. Ha trabajado en InvestAnalisis, S.A., Citibank Mercado de Capitales (Citimerca), Bolsa de Valores de Caracas y Banco Central de Venezuela. Editor del Blog http://temasdefinanzas.blogspot.com