Canadá, un país que depende en gran medida de la inmigración como motor económico, está recortando sus ambiciones con una reducción planificada de residentes temporales después de que la afluencia agravara la escasez de viviendas.
El país establecerá un objetivo para las llegadas de residentes temporales por primera vez este año, con la intención de reducir el número en aproximadamente un 20% en los próximos tres años, afirmó el ministro de Inmigración, Marc Miller, en una reunión informativa el jueves en Ottawa, junto con el ministro de Empleo, Randy Boissonnault.
Actualmente, hay más de 2,5 millones de residentes temporales en el país, el 6,2% de la población.
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El Gobierno pretende reducir la población de residentes temporales al 5%, es decir, unos 2 millones, “para alcanzar un volumen adecuado de residentes temporales que Canadá pueda recibir”, dijo Miller.
El nuevo objetivo anual permitirá controlar el número de inmigrantes temporales —incluidos trabajadores extranjeros, estudiantes internacionales y solicitantes de asilo— que en los últimos trimestres ha estado creciendo rápidamente.
Anteriormente, el Gobierno canadiense solo establecía objetivos anuales para los residentes permanentes, con el objetivo de atraer a cerca de medio millón de estos anualmente.
“Esto ayudará a fortalecer la alineación entre la planificación de la inmigración, la capacidad de la comunidad y las necesidades del mercado laboral. Además apoyará un crecimiento poblacional predecible”, dijo Miller.
El Gobierno del primer ministro, Justin Trudeau, ha hecho de la inmigración un pilar clave de las políticas económicas para evitar el envejecimiento de la población y la caída de las tasas de natalidad.
Como resultado, la población de Canadá ha estado creciendo a un ritmo récord y ahora se encuentra entre las más rápidas del mundo con una tasa anual del 3,2%. En junio, su población superó los 40 millones, y ahora está acercándose a los 41 millones apenas nueve meses después.
Si bien las recientes entradas ayudaron a la economía evitar una recesión en medio de elevadas tasas de interés y el aumento de la oferta laboral, los rápidos aumentos agregaron presión sobre la infraestructura y los servicios, empeoraron la escasez de viviendas y dispararon los precios de los alquileres.
La creciente frustración por el costo de la vida y las crecientes críticas contra las políticas de inmigración de Trudeau obligaron al Gobierno a intentar frenar la llegada de recién llegados.
A principios de este año, el ministro de Inmigración recortó el numero de permisos de estudiantes internacionales este año en un 35% con respecto a los niveles de 2023. En noviembre, dijo que el Gobierno estabilizaría el número de residentes permanentes en un récord de medio millón por año, siendo esta la primera vez en una década que el Gobierno no aumenta sus objetivos anuales.
El mes pasado, Miller dijo en una entrevista con Bloomberg que Canadá se había vuelto “adicta a los trabajadores extranjeros temporales” y que el Gobierno está tomando medidas para frenar esa dependencia. El desafío de Canadá ahora será equilibrar las necesidades económicas con la preservación del sistema de inmigración relativamente ordenado del país, que ha visto una pérdida de apoyo público en los últimos meses.
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