Apuntes de una Cuarentena: ¿Y 2023?
Luis Gerardo García.- Usualmente en estas épocas solemos hacer una revisión de las predicciones que hicimos en enero pasado y vemos en qué nos equivocamos. También hacemos nuestras predicciones para el nuevo año, en espera de que en enero de 2024 hayamos sido más certeros que en el año anterior.
Este año he estado pensando en este ejercicio, y cómo podríamos afrontarlo. Como hablamos de economía y mercados venezolanos (sectores de los cuales hacemos nuestro modus vivendi), es un reto ver los temas desapasionadamente y sin sesgo. En esta ocasión, creo que añade valor describir mi línea de razonamiento, detallar los factores que pudieran impactar en lo local, para luego llegar a lo que considero deberían ser las evoluciones de los mercados en el país. Es un ejercicio a dos aguas entre lo que “creo” que va a pasar, y lo que “quiero” que pase. Pero antes, hagamos un recuento de cómo nos fue el año pasado:
- En enero de 2022 supusimos que la dolarización avanzaría, y que el Gobierno fomentaría otros métodos de pago, como el Petro. Lo que ocurrió en realidad es que el Gobierno probó contener el avance de la dolarización con la introducción del IGTF, en lo que fue parcialmente exitoso: la economía sigue negociando en moneda extranjera, pero su crecimiento se detuvo.
- De la misma forma, en enero de 2022 abogábamos por la creación de sistemas de compensación interbancaria en moneda extranjera, lo que nunca ocurrió. La voluntad del Gobierno en incrementar el uso del bolívar fue un factor en contra de la adopción de dichos sistemas.
- También pensábamos que las oportunidades de arbitraje de tasas en bolívares vs tasas en dólares se reducirían. Esto fue patente en el primer trimestre de 2022, cuando el mercado internalizó que la estabilidad cambiaria sería permanente y convergió ambos rendimientos. Sin embargo, el efecto contrario no ocurrió, y en ocasiones donde la volatilidad cambiaria fue patente (por ejemplo, agosto de 2022), la oportunidad de arbitraje se amplió notablemente.
- Finalmente, seguimos a la espera de un resurgimiento importante en la renta variable, aunque en 2022 hubo varias ofertas públicas de sociedades en promoción.
Para 2023, la variable venezolana por excelencia será (¿seguirá siendo?) el precio del petróleo. En este sentido, vemos una contraposición entre una economía mundial que busca evitar una recesión, en medio de una guerra de duración incierta, y un invierno de 2023 que uno pudiera suponer no será tan benigno como en 2022. La presencia de la guerra causará que mucha de la oferta de crudo se canalice por mercados opacos, lo que distorsionará su precio.
Y aquí es donde lo que “creemos” se empieza a separar de lo que “queremos”, y tiene que ver con el elefante en el salón. Las sanciones económicas han obligado al Gobierno a tomar (o dejar de tomar, en ciertos casos) medidas económicas, lo que ha derivado en una reactivación de la actividad; no a los niveles que esta economía se merece, pero sigue siendo una reactivación. Por otra parte, la monetización del déficit fiscal continúa siendo importante, lo que resulta en una presión en precios que es contenida con oferta cambiaria. Entonces, tenemos una necesidad de mantener o profundizar medidas hacia la reducción del déficit fiscal, que debe contrastarse con una presión social importante que busca mejorar las condiciones de vida del ciudadano común, afectado por la persistente inflación.
En este punto, debe el Gobierno hilar muy fino para contrastar ambos escenarios. Si atiende a la presión social con mayor gasto público, la inflación puede retomar su tendencia alcista. Si atiende a la inflación y modera el gasto público, tendrá una mayor presión social y un aumento en la conflictividad. Entonces, la única forma es aumentando el ingreso fiscal, pero si aumenta los impuestos perjudica al sector privado. Entonces, la solución pasa por crear las condiciones necesarias de crecimiento que alimenten esa base tributaria, y eso se logra creando las condiciones para que la empresa privada se expanda, abriendo posibilidades de financiamiento (que pueden ser en moneda extranjera) y reduciendo impuestos – haciendo más pequeño el “P” para que aumente el “Q” y la recaudación fiscal crezca.
2023 es un año interesante (casi al nivel de esos clichés de proverbio chino), y puede ser un año muy positivo para el país… si los que toman las decisiones juegan bien sus cartas.
2023 también nos trae una noticia sobre la posibilidad de que la banca otorgue créditos con base en los depósitos en moneda extranjera. Al respecto sólo tengo una inquietud:
El ahorrista que depositó en su cuenta en moneda extranjera $100, querrá, al momento de retirarlos, recibir sus $100. Si los créditos sobre moneda extranjera son hechos en bolívares (la norma dice que las divisas han de ser ofertada en el mercado cambiario), ¿Quién carga con ese riesgo de conversión de esos bolívares a dólares para honrar a ese accionista que depositó $100?
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Luis Gerardo García es socio director de Veninca, una boutique independiente de banca de inversión basada en Caracas, Venezuela, y Vicepresidente Institucional de Venecapital Asociación Venezolana de Capital Privado. Previamente, el Sr. García fue socio director de GCG Advisors, subdirector de banca de inversión en BBVA Banco Provincial y analista de mercados en BBVA Provincial Casa de Bolsa. El Sr. García posee una maestría en negocios (MBA) de Johnson School at Cornell University, y es Licenciado en Ciencias Administrativas mención Gerencia de la Universidad Metropolitana (Venezuela), y es profesor de Fundamentos de Finanzas en la Universidad Monteavila (Venezuela) y del Programa de Estudios Avanzados en Mercado de Valores IVMC-UMA (Venezuela).