Inteligencia Artificial (IA)
Raúl Torrico.- Con esta visión del Profesor Nouriel Roubini referida a la IA cerramos el ciclo de tres amenazas que a su entender mantienen en vilo al siglo 21.
El progreso tecnológico no destruye puestos de trabajo, pero ¿qué sucede cuando la tecnología se torna inteligente? Es lo que Roubini y Yuval Harari procuran responder habida cuenta de que las máquinas han ido mejorando al hacer cosas que se repiten pero entendíamos que el pensamiento profundo parecía ser algo exclusivamente humano.
La Inteligencia Artificial (IA) ha ido reduciendo la distancia con la inteligencia orgánica y todavía muchos creen que las computadoras nunca podrán realizar tareas tan disímiles como la albañilería y la neurocirugía.
Incluso en el medio artístico tenemos que en 2017 el pianista y consultor de software Gustavo Díaz-Jerez dijo que han enseñado a un ordenador a escribir partituras que luego la Orquesta Sinfónica de Londres ha interpretado; por tanto, es solo cuestión de tiempo para que las canciones generadas por IA lleguen al tope de los 100 grandes éxitos en Billboard, o que una novela escrita por IA aparezca en la lista de Best-Sellers del New York Times.
Por otro lado, los investigadores Carl Frey y Michael Osborne de la Universidad de Oxford analizaron 702 profesiones para establecer su grado de vulnerabilidad respecto a la IA; el estudio arrojó que en un futuro próximo el 47% de los empleos en USA podrían ser sustituidos por ordenadores.
Otro aspecto destacado por la ciencia es que los ordenadores (apoyados en la IA) siempre buscan maximizar la utilidad y esa búsqueda puede suponer un riesgo existencial, es decir, que los robots pueden constituir una amenaza letal, tal como sucedió en una planta de automóviles en Michigan donde un brazo robótico acabó con la vida de una mujer.
Es necesario significar que sin ese riesgo para la existencia hay labores donde los humanos todavía lo hacen mejor que los ordenadores, por ejemplo Walmart en 2020 despidió los robots de inventario al comprobar que los seres humanos pueden escanear los diversos productos de manera más sencilla y eficiente.
En su momento, Keynes atisbó que tendríamos desempleo al economizar en el uso de la mano de obra, pero afirmaba que eso sería algo temporal; igualmente, destacó que vendría una fuerte reducción de la semana laboral y entonces los trabajadores podrían dedicar su tiempo libre a actividades artísticas y creativas.
Después de la 2da Guerra Mundial, la automatización se aceleró y para 1962 el primer robot comercial pasó a ser parte de la cadena de fabricación de automóviles.
Entonces nos preguntamos: la IA es una amiga o enemiga de los seres humanos? ¿Podrán los algoritmos sustituir las funciones humanas?
Nadie anticipó que los puestos de trabajo en electrónica, procesamiento de datos y/o telecomunicaciones ocuparían los espacios dejados por los sectores agrícola e industrial; sin embargo, es distinto reemplazar la fuerza cerebral que la fuerza muscular. Los puestos de trabajo que surgieron del declive de los dos sectores mencionados requerían inteligencia y no fuerza muscular, pero ahora resulta que hemos perdido el monopolio del conocimiento; en consecuencia, es probable que a medida que avance el siglo 21 la demanda de trabajo de seres humanos se desacelere.
En un principio, la IA reemplazó trabajos de rutina, luego pasó a sustituir trabajos de tipo cognitivo que repiten secuencias de pasos que una máquina puede dominar, pero ahora la IA es capaz de realizar trabajos creativos.
Se acerca un momento crucial y será cuando los ordenadores desarrollen por sí mismos la motivación por aprender a una velocidad nunca vista y sin dirección humana. Eso sí será una explosión de la inteligencia.
Yuval Harari en su reciente libro “NEXUS” advierte sobre el peligro de la IA y previamente en su libro SAPIENS ya había señalado que el homo sapiens está acabado a menos que se fusione con los ordenadores.
La IA favorecerá al Capital, o sea, hará más rico al que posee capital; no obstante, cuando los ricos se hacen más ricos y los trabajadores más pobres, las economías sufren un problema agudo en la función Consumo, y justamente este subconsumo puede hacer que el capitalismo vaya a su autodestrucción, concluye Roubini.
También añade que como ser humano está a favor de las personas, pero como economista se pregunta cómo asegurar la continuidad del proceso a largo plazo y al mismo tiempo cuidar a los trabajadores. Aquí las prioridades entran en conflicto.
Lamentablemente, más educación no es la respuesta a la arremetida de la IA, ya que ese tipo de inteligencia desplazará incluso el trabajo calificado que conocimos, por lo que los beneficios de la educación se reducen.
Roubini afirma que no ve un futuro feliz donde nuevos empleos sustituyan a los que la automatización elimine.
A pesar de lo expuesto, queda aquello intrínsecamente humano destacado en una reciente conferencia relativa a la IA aplicada a la medicina; ahí se destacaron dos aspectos muy humanos donde la IA no puede penetrar: la intuición humana y el sentido común.
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Economista de dilatada trayectoria en la banca venezolana; especializado en el «Crédit Agricole » de Francia. Secretario General Adjunto de la Alianza Francesa de Vzla en los 90. Articulista de medios impresos como Orbita-Bip con «La última batalla del Bank of America» y Plaza Unión con «Codicia y Castigo en Wall Street».