Para mejorar el sistema fiscal

José Grasso VecchioJosé Grasso Vecchio.- En los países que no dependen en forma significativa de los ingresos de los recursos mineros, el sistema impositivo se basa en los tributos y contribuciones de origen interno. Es decir, los contribuyentes financian al Estado mediante las distintas modalidades de aportes fiscales, siendo las más importantes, el impuesto a las ventas o el IVA, el impuesto a la renta a empresas y personas, el impuesto a la propiedad, más allá de otros impuestos como al de los combustibles e impuestos estadales y municipales. Un buen sistema fiscal es fundamental para el funcionamiento adecuado de un país y para garantizar la equidad y eficiencia en la recaudación de impuestos.

La presión fiscal se define como la proporción de la recaudación con relación al PIB, lo que da una idea cuánto extrae el sector público del ingreso generado por la economía en un año. En 2022, Francia lideró ese indicador con 47,4% por encima de la media de 41,1% de la Unión Europea, mientras que en Estados Unidos ese indicador se situó en 27,7%. En América Latina Brasil ocupa el primer lugar con 38% y Argentina el segundo con 35% para 2021.

Para gastar hay que recaudar. Y cuando se quiere gastar sin recaudar, se tiene que incurrir en endeudamiento y éste cuesta hoy y a futuro porque la deuda hay que pagarla y cuando el mercado que adquiere esa deuda ve que las cuentas macroeconómicas del país en cuestión no andan bien, suelen aumentar el costo del endeudamiento, lo cual dificulta la gestión fiscal. Endeudarse tiene un límite que lo establece quienes están dispuestos a financiar una economía.

Un buen sistema fiscal es aquel que recauda más con menos impuestos. Cuando hay una proliferación de impuestos y contribuciones parafiscales a la administración tributaria le cuesta gestionar adecuadamente el sistema impositivo. Pero un sistema tributario no se diseña solamente para recaudar sino también para estimular la economía, sobre la base de que los impuestos siempre causan una distorsión en las decisiones de los agentes económicos al alterar sus patrones de consumo y ahorro y también sus patrones de inversión.

Claramente los gobiernos enfrentan un dilema entre recaudar más y generar más incentivos para que los agentes económicos inviertan. Por esa razón algunos países están disminuyendo sus tasas impositivas para atraer inversiones para así crecer más.

En Venezuela existe una variedad de impuestos y otras contribuciones destacándose por su aporte la contribución petrolera, regalía e impuesto a la renta, el IVA, el impuesto a las grandes transacciones financieras y el arancel de aduanas.

Las principales características de un buen sistema apuntan a que debe ser equitativo entendiendo por ello, que distribuye la carga impositiva de manera justa entre los contribuyentes, de acuerdo con su capacidad de pago. Es también muy importante, que el sistema fiscal sea simple y ello implica, que facilite la comprensión de las obligaciones fiscales por parte de los contribuyentes y que por supuesto, reduzca la evasión fiscal. Un sistema fiscal debe proporcionar un marco predecible para los contribuyentes lo que a su vez contribuye a la confianza en la economía y debe ser eficiente ya que debe minimizar los costos de recaudación y administración. Un sistema fiscal transparente proporciona información clara y accesible sobre las normas fiscales y los impuestos aplicables .Un sistema fiscal debe ser flexible, lo que permite adaptarse a los cambios económicos y sociales, garantizando la efectividad a lo largo del tiempo. Un sistema fiscal bien diseñado y administrado contribuye al desarrollo económico, la equidad social y la sostenibilidad financiera de un país.

Un buen ejemplo de resultados de coordinar la política económica, la fiscal y la monetaria , la podemos observar viendo los resultados de la inflación y el tema cambiario. En Venezuela desde hace un par de años, pero especialmente a lo largo de 2024, se ha seguido una política de ajuste gradual del tipo de cambio con depreciaciones leves, mediante la intervención del BCV en el mercado. De esta manera, entre el cierre de diciembre de 2023 y el 30 de mayo de 2024, el tipo de cambio aumentó apenas 2,7%, la menor depreciación del bolívar en muchos años, en tanto que, respecto al 30 de mayo de 2023, la variación del tipo de cambio fue 41%. Ello claramente se ha traducido en una desaceleración de la inflación y se estima que, durante 2024, la tasa de inflación se sitúe en el entorno de 50%, la más baja desde 2012. Sin embargo, conviene mencionar que esa tasa de inflación todavía es muy alta respecto a la que registran los socios comerciales de Venezuela y es una tarea en la que se debe seguir trabajando de manera permanente, un factor importante es ver una política fiscal caracterizada por la disciplina en el manejo del gasto público, lo que se traduce en la práctica por la coordinación de la política fiscal y monetaria.

El esfuerzo que se ha hecho para diversificar la base impositiva venezolana y depender menos del petróleo tiene que seguir avanzando hacia una simplificación tributaria que sin sacrificar lo recaudado reduzca los costos de invertir y ello es especialmente así en la industria petrolera, donde países vecinos mantienen una carga fiscal menor a la de Venezuela. Todo ello siempre con claros objetivos de atraer más inversión.

 

@josegrasso

 



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