El Instituto Nacional de Estadística (INE) confirmó este miércoles que el Producto Interno Bruto (PIB) de España creció un 0,6% en el primer trimestre del año, una décima por debajo del avance registrado en el último trimestre de 2024. En términos interanuales, la economía se expandió un 2,8%, lo que también representa una moderación frente al 3,3% del trimestre anterior.
El dato, aunque positivo, refleja una pérdida de dinamismo en un contexto marcado por la incertidumbre geopolítica y las tensiones comerciales globales. La revisión a la baja de las previsiones del Banco de España —que recortó su estimación de crecimiento para 2025 del 2,7% al 2,4%— refuerza la percepción de que la economía española comienza a normalizar su ritmo tras un periodo de expansión extraordinaria.
Por componentes, el crecimiento estuvo sostenido por el consumo privado, la inversión en bienes de equipo y un repunte en la construcción. Sin embargo, el gasto público cayó un 0,4%, y la demanda externa aportó apenas una décima al crecimiento trimestral, lo que sugiere una menor tracción del sector exportador.
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En comparación con sus pares europeos, España mantiene un desempeño superior: Alemania creció un 0,4% y Francia apenas un 0,1% en el mismo periodo. No obstante, la convergencia hacia tasas más moderadas plantea interrogantes sobre la sostenibilidad del crecimiento diferencial español en un entorno de enfriamiento global.
El Ministerio de Economía valoró positivamente los datos, destacando la resiliencia del consumo de los hogares y la inversión productiva. Pero los analistas advierten que la desaceleración de la demanda externa y la incertidumbre internacional podrían limitar el margen de maniobra en los próximos trimestres.