Daniel Cadenas.- El Mito, como concepto, tiene varias acepciones, pero para las ideas que se van a desarrollar a continuación, basta saber que un mito es una Historia imaginaria que altera las verdaderas cualidades de una cosa y les da más valor del que tienen en realidad.
Venezuela esta llena de mitos y leyendas que se cuentan sobre todo en las zonas rurales de la Venezuela Profunda: El Silbón, La Sayona, María Lionza y un larguísimo etcétera. Dos cosas a resaltar del mito:
- Es una mentira o una verdad a medias exagerada.
- A pesar de lo anterior, hay mucha gente que lo cree, al punto de convertirse en une creencia popular.
La economía venezolana también está llena de mitos. Son creencias que el Venezolano de a pie y, peor aún, muchos economistas tienen y difunden, pero que no poseen sustento en los datos o en la realidad observable. Algunos son inocentes o hasta cierto punto inofensivos, como aquella creencia ampliamente arraigada de que somos un país rico. Las que si producen seria preocupación, son aquellas que tienen un efecto sobre las expectativas de los agentes económicos y que los incentivan a tomar decisiones desacertadas, con información no confiable o incompleta. A continuación, se abordan 3 de los más conspicuos y peligrosos mitos económicos venezolanos:
- El Petróleo es el motor fundamental de la economía venezolana: Este es el mito básico o fundamental del cual provienen los restantes. El aporte o peso directo de la economía petrolera sobre el PIB total es de solo 12%. Cualquiera puede confirmar eso descargando los datos del PIB por actividades que publica el BCV. El aporte indirecto a la economía no petrolera, pudiera ser de 2%-3% adicional en el mejor de los casos. Ello se debe al muy bajo encadenamiento o vinculo que la actividad petrolera tiene con el resto de las actividades. La economía petrolera funciona como una especie de enclave, es decir, aunque ejerce sus actividades extractivas dentro del territorio geográfico de Venezuela, no satisface la mayor parte de sus requerimientos directos e indirectos en la economía interna no petrolera, pues no hay oferta local del capital físico (equipos y tecnología) ni del capital financiero, que demandan para sostener sus operaciones, las cuales deben satisfacer en el resto del mundo.
- El Gasto Público tiene un gran poder para hacer crecer a la actividad económica. En tiempos electorales, una mayor ejecución del gasto público garantiza un crecimiento económico significativo: Son varios los estudios o investigaciones empíricas que demuestran que Venezuela se encuentra en el grupo de países con un gasto público que menor capacidad tiene para influir sobre el crecimiento económico, en el corto, mediano y largo plazo. Ello se debe a que los multiplicadores fiscales venezolanos son muy bajos. Un dólar de gasto del gobierno, solo puede incrementar la actividad económica en 8 centavos de dólar a un trimestre de haberse ejecutado el gasto y solo 33 centavos a un año, esto según los estudios mencionados. En palabras menos técnicas: nuestro multiplicador del gasto público no multiplica el ingreso-producto, sino que lo divide. Hay varias razones para ello, pero una muy obvia, es la poca transparencia y eficiencia en la ejecución del gasto del gobierno, plagado de contrataciones harto sospechosas, en las que el dinero se va fugando por el camino de la corrupción.
- Venezuela puede crecer a tasas significativamente grandes (7%, 10% y más) y de forma sostenida, por muchos años a base de la explotación petrolera: Este mito alimenta al de “somos un país rico” y se ha venido desempolvando a partir de la flexibilización de las sanciones. La lista de países que, teniendo abundancia de recursos naturales, no crecen significativamente y de forma sostenida, es enorme. De allí proviene la super difundida hipótesis de la “maldición de los recursos naturales”. De hecho, en el largo periodo de oro de la explotación de petróleo por parte de las grandes empresas transnacionales y la PDVSA “meritocrática” (1960-2000), Venezuela es etiquetada dentro del grupo de países denominados “desastres del crecimiento”, es decir, países cuyo PIB por habitante no solo no creció, sino que decreció o se contrajo. Un grupo de expertos ha diagnosticado recientemente que las dos razones fundamentales por las cuales los países de América Latina están estancados o crecen muy poco son dos:
- La baja complejidad tecnológica de las exportaciones, al exportar básicamente solo materias primas.
- La proliferación de pequeñísimos negocios de baja productividad pertenecientes a la economía informal y a los sectores comercio y servicios.
¿Les suena familiar eso? Debería, pues es esa la receta que he seguido Venezuela en su historia económica contemporánea. ¿Cuáles han sido los resultados? Bueno, durante el largo periodo de 1973-2013, un periodo considerado por la mayoría como “muy bueno” la tasa natural o potencial de crecimiento de Venezuela fue de solo 2,5%. Y ello produciendo 3,4 – 3,6 millones de barriles de petróleo por día y durante un periodo en el cual nos tropezamos con 3 o 4 auges o Booms de precios del petróleo. Agregue a ello que no teníamos la desgracia de la diáspora masiva, teníamos una moneda local funcional, había crédito bancario local abundante y barato, había financiamiento externo y recibíamos flujos de Inversión Extranjera Directa. Es decir: ya probamos durante varias décadas ese modelo de crecimiento basado en petróleo y no nos funcionó. Pensar que podría funcionar ahora, con peores condiciones estructurales e institucionales, es otro mito más.
Sin duda una reflexión muy importante que de alguna manera he seguido de Daniel, en Esto de desmitificar el impacto de la actividad petrolera. Muy bien sustentado su análisis.