José Grasso Vecchio.- Por medio de la intermediación crediticia se puede y debe buscar la utilidad social. En materias tales como bancarización, microcréditos, préstamos dirigidos, debe privar un criterio importante, me refiero a la necesidad de rentabilidad y, por ende, de garantía de sostenibilidad. El éxito de estas experiencias a nivel mundial, es que gestiona efectivamente préstamos para vivienda u otros fines, con capital e intereses que deben ser pagados , puesto que las posibilidades de crecimiento y de otorgar nuevos créditos a otras personas depende del repago de los mismos.
Una orientación socialmente responsable del negocio bancario es el compromiso de canalizar recursos hacia destinos que reporten un valor social positivo pero -esto es muy importante subrayarlo- que se trate siempre de proyectos económicamente viables. Si no fuera así, los sistemas serían inviables.
Ejemplos de actividades con utilidad o valor social podríamos dar muchos, por ejemplo, créditos dirigidos a personas tradicionalmente excluidas de la actividad bancaria, préstamos al ahorro de energía, ayuda al desarrollo comunitario, inserción laboral de personas discapacitadas o con necesidades especiales. Ejemplos de impacto social negativo serían créditos dirigidos a la especulación financiera o la producción y venta de armamento.
La mayoría de los bancos venezolanos, además de las actividades de responsabilidad social que llevan adelante, realizan serios esfuerzos para llevar servicios de ahorro y préstamo a personas que han estado tradicionalmente excluidas de estos servicios. La banca venezolana ha venido desarrollando productos y servicios a la medida de estos sectores con el lema de la inclusión de todos.
La viabilidad económica de un proyecto, de una persona o una empresa que no es cliente tradicional del sistema financiero, es un requisito importante. Luego las experiencias crediticias con personas de menores recursos, son sorprendentes, al hablar con gerentes de bancos dedicados a ésta área, nos encontramos con que los niveles de morosidad en estos sectores no son superiores a los de la banca tradicional.
El microcrédito, por ejemplo, si es bien entendido, termina siendo una ecuación ganar-ganar. ¿Quiénes ganan? Ganamos todos, ya que ese préstamo socialmente responsable beneficia al deudor, al banco y al país. Pero para que se dé el supuesto del ganar-ganar, hablamos de préstamos y no de donaciones. Deben pagarse intereses razonables, pues la rentabilidad es importante, pero lo que en definitiva garantiza el repago es que estemos frente a un proyecto sostenible. El repago garantiza que otros obtengan créditos a futuro.
Una forma de dar más acceso a microempresarios al Sistema Bancario es combatiendo la Informalidad del Sector: en la medida en que las empresas sean formales, paguen sus impuestos, estén registrados como contribuyentes, tengan sus patentes y licencias en orden etc. se facilita el proceso de bancarización. Las micro y pequeñas empresas muchas veces no presentan balances ni flujos de caja, en la medida en que formalizan su negocio pueden tener un mayor acceso al crédito bancario.
Sin lugar a dudas, es de vital importancia toda la actividad crediticia destinada a la producción, préstamos a la agricultura, a la agroindustria y otros sectores prioritarios como alimentos en cualquier fase de la cadena, artículos de limpieza, de aseo personal, sector de medicinas. En síntesis, todas aquellas actividades que ayuden a mejorar la calidad de vida de la población.