América Latina crecerá esta década (2014-2024) un 0,8% en promedio, menos que la década perdida de los ochenta por la crisis de la deuda (2%), cuyos efectos acumulativos acentuarán los «círculos viciosos» de la economía con un posible aumento del trabajo informal, la pobreza y la desigualdad, asegura el secretario ejecutivo de la Cepal José Manuel Salazar.
Cerca de la mitad de los latinoamericanos han trabajado en la informalidad en 2022 (49%), un fenómeno estructural de su mercado de trabajo que en parte se explica porque “América Latina está enferma de bajo crecimiento” a largo plazo, ha explicado Salazar a EFE en una entrevista.
El secretario coincide con las investigaciones que apuntan a que un crecimiento alto y sostenido deviene de forma «casi automática» en el aumento de la formalidad, y por ello, un crecimiento del 0,8% es una «mala noticia» para la región.
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Salazar estudió en la OIT en 2018 once episodios regionales de formalización del empleo, donde algunos países redujeron la informalidad más de 10 puntos, y lo que tenían en común fue «el período de alto crecimiento».
Pero también hubo «políticas específicas”, como el «monotributo» (impuesto simplificado y reducido), que ha facilitado la formalización de microempresas y trabajadores por cuenta propia.
La subida de la formalidad durante «el crecimiento de oro de América Latina», entre 2002 y 2014, se explica por «las tasas de inversión más altas que permitieron crear empleos formales», apunta Salazar.
Entre las once experiencia de formalización, Salazar menciona el caso de Argentina que durante esa «época de oro» redujo la informalidad 11,8 puntos, en Brasil cayó 4,8 puntos, en Colombia 4 puntos, en Costa Rica 10 y en Ecuador 16 puntos.
«Es mucho más fácil crear empleos de calidad con crecimientos de 3%, 4 % y ojalá de 5% y reducir la pobreza«, porque «estos crecimientos darían más ingresos fiscales, que permitirían financiar las políticas sociales, que son claves para la reducción de la informalidad», indica.
Ademas de promover el alto crecimiento, para el dirigente de la Cepal es importante implementar políticas focalizadas, con adecuaciones a las leyes de cada país, pero sumado a un refuerzo de la inspección laboral.
Salazar ha destacado la reducción de los costos para el registro de las microempresas como otra de las medidas de éxito para reducir el empleo sumergido, donde la formalización de los negocios ha logrado el beneficio adicional del acceso al crédito a través del sistema financiero formal.
La Cepal ha detectado además en todos los países que el modelo de seguridad social, copiado de los Estados benefactores europeos financiados con el trabajo formal, «no funciona» en una América Latina donde la informalidad supera la mitad de su economía.
Por eso la Cepal ha recomendado a los países «poner parches, a través de sistemas no contributivos, esquemas de transferencia de política social, comedores escolares, transferencias de pensiones especiales».
Aunque el crecimiento «no es una varita mágica contra la informalidad», la Cepal sugiere “escalar políticas de crecimiento productivo”, a través de “procesos de colaboración” de “triple hélice” entre el Estado, empresas y academia, como las iniciativas ”clúster” para despegar sectores productivos, en lugar de políticas enfocadas en subsidios.
La Cepal ha identificado 14 sectores con oportunidad para la inversión y la colaboración dinamizadores del crecimiento como la transición energética, electromovilidad, economía circular, bioeconomía, industria farmacéutica, entre otros.
Si bien casi una tercera parte de América Latina (33%), unos 201 millones de personas, están bajo la línea de pobreza y muchos de ellos sobreviven a través de empleos informales, la informalidad también se ha establecido en la pequeña y mediana empresa, la microempresa, incluso, en las grandes empresas, aunque aquí su incidencia es menor.
El último informe elaborado por la Cepal y la OIT en junio de 2023, ha ubicado la tasa de informalidad en la región en el 48,7% de la población ocupada, una décima menos que en 2022 (48,8%).
EFE