Muerto por Hambre
José Guerra.- Upata, 23 de abril de 2020. El pueblo en la calle exigiendo comida. Pidiendo los alimentos, mucha gente tomó la vía del saqueo de comercios para proveerse de lo que el régimen le prometió y no cumplió. El saqueo nunca será un método para resolver los problemas de la falta de comida. En la acción cayó muerto en una de las calles un muchacho de veintinueve años, de dos disparos en la cabeza. En el piso en ensangrentado alguien escribió textualmente: Muerto por hambre.
En días previos, en varios pueblos hubo saqueos y también protestas contra la falta de gasolina. En Araya, Rio Caribe y Cumancoa en el estado Sucre la gente en la calle desesperada por el hambre tomó la justicia en sus manos y saqueó comercios. En Cumanacoa, el grito fue unánime: Tenemos Hambre. Y es que la situación es desesperante debido a que con la cuarentena quienes viven al día simplemente no tienen que comer. Más aún, en un contexto en el cual el salario está pulverizado por la hiperinflación y la devaluación acelerada del bolívar.
Ese coctel de falta de comida y de gasolina es sumamente explosivo. Así, en Los Andes y el Valle de Quíbor las cosechas de hortalizas y demás frutos se está perdiendo por la carencia del combustible para el transporte y cuando lo hay se debe pagar un dólar o más por litro. En los llanos, las reses no pueden ser sacrificadas o llevadas a los mataderos.
Según un informe reciente de la ONU, Venezuela es el cuarto país más vulnerable desde el punto de vista alimenticio, dato este compatible con estimaciones de las asociaciones de productores de Venezuela que señalan una caída vertical en la producción agroalimentaria debido al efecto acumulado de las expropiaciones que ejecutó Hugo Chávez, la falta de insumos y fertilizantes y más recientemente la escasez de gasolina.
La crisis alimentaria en Venezuela está escondida detrás de la cortina del Covid19. Con la gente en la casa ante el temor de contagiarse, el consumo está cayendo dramáticamente ante la dificultad para acceder a los alimentos, en virtud del desplome del ingreso real de los hogares debido al alza de los precios. Aquí el dilema: si sigue la cuarentena se agudizará el hambre. Pero si abren la economía existe el riesgo potencial de un contagio masivo aunado a la carencia de gasolina. Este dilema hoy no tiene solución en un país sin divisas y sin acceso al crédito internacional y con un gobierno que subsiste gracias las limosnas que le envían China y Rusia.
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Economista graduado en la UCV. Master en Economía de la Universidad de Illinois, en Urbana Champaign. Profesor asociado en la Escuela de la Universidad Central de Venezuela. Fue gerente de Investigaciones Económicas del Banco Central de Venezuela hasta 2005. Ha escrito los siguientes libros: Temas de política cambiaria. Estudios sobre la inflación en Venezuela. La política económica en Venezuela 1999.2002, Venezuela endeudada de Carlos Andrés Pérez a Hugo Chávez, Refutación del socialismo del siglo XXI, El Legado de Chávez y Regímenes monetarios, política monetaria e inflación en Venezuela.