El dilema de exonerar el IVA a la gasolina

Camilo LondonCamilo London.- Venezuela fue por décadas un país donde la gasolina se regaló a los consumidores. El subsidio al combustible alimentó a una cultura de consumo desmedido, despilfarro y contrabando de extracción, que cargó de forma voraz con una ingente riqueza.

La absurda idea sembrada en el pensamiento de muchos ciudadanos de que no era ético pagar el precio del valor del combustible en un país que era potencia petrolera, fue una trampa impregnada de una irracionalidad económica colectiva de aciagas consecuencias.

El núcleo del problema fue un precio muy bajo para los carburantes, que se mantuvo invariable por décadas, y por efectos de la inflación perdió su materialidad, que resultó en un subsidio de la totalidad del costo del producto y su suministro.

Es innegable que padecimos un liderazgo político carente de la habilidad y en especial el compromiso para emprender estrategias capaces de fortalecer una conciencia ciudadana, respecto a la ruina que suponía para las arcas públicas un subsidio al combustible que en su última etapa requería pagar a las EDS, transportistas y las demás actividades conexas, para que lo despachasen al consumidor gratuitamente.

Por supuesto, bajo ese esquema la aplicación del IVA a la gasolina, que es cosa común en muchos otros países, en el nuestro no tuvo ningún sentido, ya que este impuesto aplica como  un añadido al precio del producto que debe pagar el consumidor, mientras que aquí, como dije antes, el producto se regalaba y con ello su base imponible era inexistente.

En el año 2020 la magnitud del problema del subsidio a la gasolina con un Estado incapaz de seguir pagando la factura, obligó a la liberación de su precio y la fijación de una cuota de suministro del producto a razón de 0,5 dólares por litro. Esto ocurre sin producirse el temido “estallido social” que sirvió de chantaje a varias administraciones para no sincerar antes el precio del combustible en el país.

Creo que el cambio sin resistencia, lejos de ser una proeza de liderazgo gubernamental, se debió a la resignación de los ciudadanos, ante el reconocimiento de que un Estado con una merma sustancial de recursos fiscales y limitado por sanciones internacionales, ya no podía seguir asumiendo la cuenta de la gasolina, con el severo escarmiento previo de meses padeciendo inhumanas colas en el interior de la República e incluso algunas pocas en la “burbuja” de la Capital. Escarmiento que aún transitamos.

En el contexto complejo de este escenario, muchos desconocen que desde que en noviembre de 2018 se da la reforma de la ley del IVA por parte de la ANC, se eliminó la exención del IVA a la gasolina y otros combustibles derivados de hidrocarburos, que existía desde que este impuesto indirecto se estableció en el país en el año 1993.

Desde la vigencia de la reforma de la Ley de IVA que derogó la exención del tributo, y hasta que el ejecutivo Nacional acordó una exoneración a la gasolina y otros combustibles fósiles, mediante el Decreto 4220 publicado primero en la Gaceta Oficial 41.890 del 29 de mayo 2020 y reimpreso en la Gaceta Oficial 41.896 del 8 de junio de ese año; el producto estuvo gravado por el IVA con una alícuota del 16%.

Claro está, para el año 2018 el precio del combustible era irrisorio, y por ello el IVA, poco o nada afectó al consumidor de este rubro. Así que solo los vinculados al tema tributario, hablamos  en ese momento sobre la significación del hecho trascendental de la desaplicación de la histórica exención tributaria.

La exoneración del IVA a la gasolina dictada en 2020, coincidió con el momento en que se formalizó la liberación de su precio, pero estuvo vigente solo hasta el 29 de mayo 2021, por espacio de apenas un año como establece el Código Orgánico Tributario que fue reformado también por la ANC, el cual solo permite ese breve lapso para la concesión de la exoneración de tributos, con una prórroga no mayor a otro año.

Así que desde que tuvo término el plazo de la citada exoneración, aplica nuevamente el IVA a la venta de combustibles, que supone que cada consumidor que compra gasolina a precio “internacional” debe contribuir al Estado con un IVA de 0,08 dólares por litro, al igual que quien la compra con subsidio, aunque con un IVA mucho menor. Pero ninguna EDS lo cobra, ni a ellas quienes producen o importan el combustible. Impera desde hace dos meses una exoneración del IVA “de facto”, y por tanto ilegal.

Extraña el absoluto silencio de la Administración sobre esta peculiar situación, y parece aflorar una aparente falta de coordinación en el gabinete económico. Apartando mi especulación, lo que sí resulta evidente es que alguien olvidó accionar de forma oportuna la gestión de una extensión de la citada exoneración, o sino, advertir al menos con suficiente tiempo sobre los efectos de la cesación del beneficio fiscal.

Cerrando las breves líneas dedicadas a este tema, a riego de ser víctima de la crítica de quienes se apegan al dogma de perpetuar el sacrifico fiscal en materia de precios de la gasolina y su tributación, creo que es imperante asomar la idea de lo absurdo de mantener una exoneración del IVA a la gasolina en un país que requiere estabilizar sus finanzas públicas y dejar de producir dinero “inorgánico” que alimenta a la ruinosa hiperinflación, que es el más perverso de los tributos.

En julio 2021, según cifras publicadas recientemente por el SENIAT, la recaudación del IVA apenas supera por muy poco, a los 81 millones de dólares, que representan 1.379.512 Petros.  Más de un tercio de la cantidad recaudada por el IVA durante ese mes, podría haberse obtenido con el impuesto aplicado a la venta de combustible a precios liberados. Incluso con una alícuota reducida para causar el menor impacto en el consumidor final.  Para ello debía instrumentarse con suficiente antelación la campaña de divulgación para preparar a todos los actores en el proceso de distribución y consumo del combustible, sobre los cambios en el régimen tributario aplicable desde junio 2021.

Ahora bien, de estabilizarse el consumo de combustible en el país, el potencial de recaudación del IVA asociado a este producto sería significativamente de mayor importancia relativa y por tanto puede tener en adelante un valor estratégico fundamental en las finanzas públicas del país.

Es un tema que exige un amplio, franco y racional debate en un país que ya no es ni de cerca, una potencia petrolera. Por lo que ya no puede regalar más la gasolina y requiere en añadidura con mucha urgencia, de ingresos fiscales para sostener su funcionamiento. Se requiere de ingentes recursos para la educación y la salud, por citar solo dos de los sectores fundamentales para el desarrollo del país.

Sin querer obviar el hecho de que el gobierno nacional está en deuda con los ciudadanos respecto a la obligatoria rendición de cuentas relativa al Presupuesto Público y la eficiencia en su manejo, me pregunto si será posible adoptar en Venezuela una política fiscal medianamente coherente que considere gravar sin complejos al consumo de los combustibles fósiles como fuente eficiente de financiamiento del Estado, tal como ocurre en otros países del mundo.

Es obvio que ésta no podría ser una medida aislada, y aunque suene retórico, no se puede dejar de precisar que es necesario el restablecimiento de la institucionalidad del país y de una política económica que abandone el desorden que nos condujo a este naufragio. Pero por lo pronto, podemos ir tapando algunos huecos de la embarcación, evitando el hundimiento definitivo.

 

@SoyCamiloLondon

 

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