Hiperinflación y nociones económicas de mi bisabuela

Camilo LondonCamilo London.- Mi audiencia en este espacio digital podría sorprenderse con el título y tema que abordé en esta oportunidad, donde me aparto del lugar común de los impuestos y la gerencia tributaria, para referirme a la tragedia que supone la hiperinflación que finalmente llegó al país como muchos lo predijeron con suficiente antelación, pero nunca fueron atendidos. La alta inflación no deja incólume espacio o ámbito de la vida nacional. Es un carrusel sin frenos y todos vamos dentro de él.

He señalado antes, que la mayor parte de las leyes tributarias en nuestro país no están adaptadas al escenario inflacionario. Apenas lo estuvo la Ley de Impuesto Sobre la Renta cuando adoptó en Ajuste por Inflación en la inteligente reforma parcial del año 1991, pero eso solo hasta que en los años 2014 y 2015 otra reforma, esta vez habilitante y de escaza racionalidad proscribe a la inflación por medio de un Decreto presidencial, excluyendo del reajuste inflacionario a los bancos, los seguros y a los contribuyentes especiales. Otras, como la Ley de IVA, apenas en uno de sus artículos reconoce a medias el efecto inflacionario a los industriales y exclusivamente en su etapa preoperativa. Para el resto de las normas impositivas la inflación no parece existir.

Como es lógico suponer, ni los ciudadanos, ni las leyes que nos rigen consideramos posible que se perdiera la dirección económica que haría que naufragásemos en un mar de hiperinflación. Nuestro entramado legal y burocrático estaba más bien diseñado originalmente para evitar llegar a esta precaria situación y solo una operación sorda, torpe y totalitaria pudo romper esos límites.

El problema de la inflación es que resulta el medio más perverso de confiscación del esfuerzo productivo de todo un país, de su gente, de sus empresas e irremediablemente se cobra además el bienestar de las generaciones futuras. Si no se incentiva la producción de bienes y servicios en el país para satisfacer las necesidades colectivas, disciplinando además el gasto fiscal, es imposible superar la calamidad que representa el impuesto más duro e improductivo para los ciudadanos, como lo es la inflación. Para ello, la peor de las medidas siempre será atacar y asfixiar a la empresa nacional, mientras se sigue generando dinero de forma irresponsable en billetes sin fondos o a través de papelillo en talonarios populistas de bonificación.

Entiendan los responsables de la política monetaria del país que cada dígito en que se incrementa la inflación, son cientos de miles que son lanzados a la pobreza, que más que una simple estadística tiene una dimensión humana de hambre, enfermedad y miseria. No sirve de mucho esconderse tras la opacidad del BCV que se sigue negando a informar las cifras del desempeño económico del país e ignorar la tragedia que vivimos por no acatarse lo previsto en el artículo 320 de la Constitución Nacional, que dicta que “el ministerio responsable de las finanzas y el Banco Central de Venezuela contribuirán a la armonización de la política fiscal con la política monetaria, facilitando el logro de los objetivos macroeconómicos. En el ejercicio de sus funciones el Banco Central de Venezuela no estará subordinado a directivas del Poder Ejecutivo y no podrá convalidar o financiar políticas fiscales deficitarias”.

Cuando yo contaba apenas con 16 años mi bisabuela Ana Zerpa mientras preparaba sus sabrosos dulces de piña, melado y coco, me dio una lección de economía que no olvidé jamás. Según ella la inflación se generaba a partir de la creación de dinero por parte del gobierno que hacía que las cosas fuesen más caras. Mi bisabuela sin saberlo se inscribía de esa forma en la escuela monetarista del Milton Friedman ganador del Premio Nobel de economía. Ella agregaba  que en la medida en que había más gente trabajando y produciendo, la inflación tenía la batalla perdida. A mi bisabuela, como a la abuela de Gualberto en su famosa tonada, le quedaban redonditas las arepas y sin muchos estudios académicos tenía mayor sentido común y económico que muchos de los que hoy están tras la política económica del país.

 

@SoyCamiloLondon

 

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