Bolívar digital ¿Otra oportunidad?

Camilo LondonCamilo London.- Y finalmente llegó la nueva expresión monetaria, el alias escogido por el Ejecutivo Nacional para una nueva  reconversión del bolívar en el país, que era esperada por la gente que ya no encontraba espacio para registrar las altas magnitudes del que fue designado como bolívar “soberano” en el año 2018, luego de que el poder adquisitivo del bolívar “fuerte” de 2008, se diluyó en un escenario inflacionario sin precedentes en el país.

La nueva escala del bolívar, que se publicitó inicialmente como el “digital”, aunque no se formalizó esa nueva denominación, divide entre un millón al “soberano” cuya unidad se ubica ahora en el espacio que ocupa el sexto dígito decimal de la nueva expresión. Por lo que aquello que antes era una unidad, se queda fuera del rango de reconocimiento de nuestro sistema monetario formal.

Así, lo que antes era un millón, ahora se expresará como un solo bolívar, a apenas dos dígitos del cementerio que está después de los céntimos.

Es lugar común reconocer que la nueva expresión del bolívar “es un mal necesario”. Lo de malo es porque fracasamos una vez más en la tarea de salvaguardar el poder de compra de nuestro signo monetario. Lo necesario le viene entre otros atributos, por la exigencia de reducir la escala monetaria que había desbordado ya a los sistemas de registro contable.

La expresión “borrón y cuenta nueva” parece encajar en la estrategia aplicada y nos da referencia de un nuevo comienzo, pero en este caso, ya son dos los borrones en nuestra historia reciente, que restan en total catorce dígitos al bolívar previo al “fuerte” y a pesar de ello, volvimos al mismo lugar.

Todo esto conlleva a asumir que se incurrió en los mismos errores de antes y entonces, solo podemos afirmar que si no se hacen las cosas de una forma diferente, volveremos a fracasar, en una interminable reconfiguración sucesiva de la escala monetaria cada cierto lapso de tiempo.

Y ya que hablamos de errores y las causas de la pérdida acentuada del valor del bolívar, en el contexto de una hiperinflación, la mayoría de los economistas consultados concuerdan en que el factor determinante no es otro que la ingente cantidad de bolívares circulando en el país, inyectados por el BCV.

El ente emisor con una perjudicial licencia para monetizar el déficit fiscal, parece haber contrariado las disposiciones que se encuentran establecidas en el artículo 320 de la Constitución Nacional que dispone que el BCV no podrá convalidar o financiar políticas fiscales deficitarias. A sabiendas de que al no atender ese mandato, se podría causar una lesión grave a la economía nacional.

Por otro lado, no puede menos que llamar la atención, que una de las primeras declaraciones del Ejecutivo Nacional estrenando la nueva expresión monetaria, haya sido solicitar a los comerciantes no subir los precios de los productos. Es decir, en una argumentación que buscaría responsabilizar del aumento de los precios al comerciante y no a la pérdida del poder de compra del bolívar, confundiendo las causas, con las consecuencias de esta distorsión macroeconómica.

Aunque pueda sonar iluso, quizás hacer las cosas de manera diferente esta vez podría ser, dejar de eludir responsabilidades y trabajar en un verdadero plan antiinflacionario, que atienda al incentivo de la productividad en el país y dejar de financiar el gasto público con emisión de dinero inorgánico. Así como atender a las áreas prioritarias que agregan valor al desarrollo humano y económico para hacer sustentable a la Nación.

El plan requeriría de la participación y compromiso de los diferentes actores sociales y económicos, teniendo como pilar esencial a la ley del Presupuesto Público, como lo ha demandado ya la cúpula gremial de los comerciantes en el país, precisamente en línea con lo que dispone la parte final del mismo artículo 320 de la Constitución Nacional.

Para lograr ese objetivo se requiere concertación, planificación y sobre todo voluntad enfocada en no repetir las mismas prácticas que nos hicieron rodar por la colina junto a Sísifo, por tercera vez.

Dicen que soñar no cuesta nada y que la esperanza es lo último que se pierde.

 

@SoyCamiloLondon

 



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