Los países de la Unión Europea (UE) consiguieron este martes desbloquear la reforma eléctrica, enquistada por un enfrentamiento entre París y Berlín a propósito del trato que debe concederse a las centrales nucleares.
La Presidencia española del Consejo de la UE logró el acuerdo de todos los países salvo Hungría, que se abstuvo, con una propuesta de última hora que logró despejar las dudas de Alemania sobre las posibles ventajas competitivas que podría obtener Francia a través de sus centrales atómicas.
«Me permiten que les agradezca y aplauda a todos por su espíritu constructivo», dijo la vicepresidenta tercera y ministra española para la Transición Ecológica, Teresa Ribera, antes de que los ministros de Energía de los Veintisiete estallaran en aplausos.
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El texto final de la reforma, concebida al calor de la crisis de precios de la energía de 2021 y 2022, tendrá que negociarse con el Parlamento Europeo con el objetivo de finalizar la reforma del mercado de la electricidad antes de que acabe el año.
La ministra francesa, Agnès Pannier-Runacher, tomó la palabra en el plenario tras el pacto para subrayar que se ha encontrado un «equilibrio que habrá que preservar estrictamente» en la negociación con la Eurocámara, que arrancará este mismo jueves con el eurodiputado español del PSOE Nicolás Casares como ponente.
La Comisión Europea, los Estados miembros, el Parlamento Europeo y la industria eléctrica querían acometer el ajuste de mercado y coincidían en las grandes líneas: facilitar el despliegue masivo de renovables con precios baratos y estables a largo plazo para acercar a la UE a sus objetivos climáticos y para alejarla de los hidrocarburos de Rusia.
Pero durante meses ha persistido un desacuerdo con una doble vertiente. Por un lado hay una dimensión ideológica que enfrenta a Francia con Alemania a propósito de la energía nuclear y, por otro, la desconfianza competitiva entre las dos grandes economías de la Unión Europea.
El debate se produce en un momento en el que el bloque comunitario está muy centrado en buscar soluciones para no perder competitividad frente a los subsidios masivos que Estados Unidos y China están inyectando en sus economías para liderar la carrera de las tecnologías «verdes».
Alemania (con el apoyo de socios de Países Bajos, Dinamarca, Italia o Luxemburgo) teme que Francia (con el respaldo de países como Hungría, Rumanía, Croacia, Eslovaquia o Malta) consiga una fuente continua de ingresos en forma de ayudas de Estado para su industria a través de los llamados contratos por diferencia (CfD), mientras que un tercer bloque presionaba por cerrar el expediente cuanto antes.
Los CfD permiten que el Estado acuerde un precio estable por la compraventa de electricidad en un plazo fijo con un generador y después se devuelve la diferencia en función de si el precio final ha sido más alto o más bajo de lo pactado.
EFE