En el interior de una cavernosa planta de producción en España, personas de 62 nacionalidades trabajan codo con codo para mantener en marcha una empresa alimentaria mientras millones de jamones se desplazan en ganchos por cintas transportadoras.
Los trabajadores extranjeros han contribuido a hacer de la economía española la envidia del mundo industrializado, incluso mientras crecen los sentimientos contrarios a la inmigración en otras partes de Europa y en Estados Unidos.
«BonÀrea no sería posible si no fuera por las personas de otros países que han venido aquí a trabajar. Debemos estarles eternamente agradecidos», dijo a Associated Press el director de recursos humanos de la empresa, Xavier Moreno, durante una visita reciente.
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La mano de obra extranjera contribuyó a que la economía española creciera alrededor de un 3% el año pasado, superando la media de la eurozona (0,8%), según la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE).
Eso también superó la tasa de crecimiento de Estados Unidos del 2,8%, según las cifras proyectadas por la OCDE, donde el presidente Donald Trump ha prometido cerrar las fronteras y deportar a los inmigrantes que están en el país ilegalmente.
Casi la mitad de los empleos son ocupados por trabajadores nacidos en el extranjero
El Ministerio de Seguridad Social y Migración de España afirma que el 45% de todos los puestos de trabajo creados desde 2022 han sido ocupados por cerca de medio millón de nuevos trabajadores nacidos en el extranjero. Casi 3 millones de extranjeros representan ahora el 13% de la población activa del país. «Teníamos dos formas de afrontar el reto», dijo la ministra, Elma Saiz, a AP. «Que España sea un país cerrado y pobre o un país abierto y próspero».
Pedro Aznar, profesor de economía de la escuela de negocios Esade de Barcelona, afirmó que la afluencia de trabajadores extranjeros ha ayudado a España a ir mucho mejor que Alemania, tradicional motor de la economía europea, cuya industria manufacturera está en crisis.
España está impulsada por los servicios, en particular su boyante sector turístico. Los extranjeros suelen hacer trabajos peor pagados que muchos españoles no quieren.
Y aunque España acoge a menos solicitantes de asilo que otros países europeos, se encuentra en la rara situación de atraer a millones de emigrantes económicos de Sudamérica que se incorporan rápidamente al mercado laboral y al tejido social español gracias al idioma común.
Prácticamente todo el crecimiento demográfico de España desde la pandemia del COVID-19 se debe a la inmigración, con 1,1 millones de personas llegadas en 2022, según el Banco de España.
El Banco de España atribuye a los recién llegados la responsabilidad de mantener el envejecido sistema de seguridad social del país, un reto común en otras naciones europeas. Según el Banco, el 85% de las 433 mil personas que encontraron trabajo entre enero y septiembre del año pasado habían nacido en el extranjero.
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